
Pero algo más perverso acompaña a esa pretendida memoria, la manipulación histórica que representa silenciando o descaradamente reescribiendo los hechos pasados. Hoy, la Democracia es en gran parte la obra del sucesor de Franco, y aquellos utópicos anarquistas que plantaron cara a los facciosos, son presentados como unos vulgares criminales.
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