
Ayer , un 6 de Mayo del 1937, el dirigible Zeppelin "Hindenburg" , orgullo de la ciencia y la tecnología alemana se paseaba imponente mostrando en su cola la svástica nazi. Aquel día un accidente significó el fin del futuro comercial de los dirigibles. Hoy la torre Agbar, que pretende ser el estandarte de esa Barcelona global, deslocalizada y comercial, significa el trágico fin de un barrio obrero, el Poblenou, y el de muchos de sus vecinos, ahuyentados y desposeídos de su espacio y de su pasado. Bajo la pantalla del 22@, que ha solapado impunemente al antiguo barrio, y a través de su TV3, el Poder Económico con un inusitado fervor onanista ha maquillado la barbarie y nos ha "regalado" por tres años consecutivos las "campanadas de fin de año" desde la "Torre" aderezando "el evento" con un gran derroche lumínico, lo que por cierto no ha impedido que pocos días más tarde organizase una apagada en la "Hora del Planeta". Hipocresía a tope de una "ciudad del conocimiento" que no sabe de donde viene, ni siquiera donde está.
El arquitecto Jean Nouvel, sin pretenderlo(?) ha plasmado la dimensión trágica que se vive en el barrio y para rematarlo nada mejor que el Parc Central, esa recreación de Muros Antiguos y Modernos, seccionando de paso su yugular, la antigua arteria principal, la carretera de Pere IV.
Descanse en paz el Poblenou !
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