miércoles, 17 de junio de 2009

el Partido de los Vecinos Cívicos

Hace sólo dos años y medio en los "Encuentros" desarrollados por el Espai en Blanc se decía sobre el civismo:"El discurso del civismo es una cortina de humo. Es un cajón de sastre donde se pone todo aquello que no encaja en la ciudad-empresa que se está construyendo (la mendicidad, las prostitución, la venta ambulante, la disidencia,etc.). El civismo está cubierto de cinismo: es hipócrita hablar de civismo cuando lo que se encubre es una campaña de “limpieza”. El discurso del civismo funciona:
-Apoyándose en la obviedad (no tiene sentido ser incívico, defender la suciedad en la calle… obviamente).
-Neutralizando lo político: todo es traducido a una forma administrativa (se pone una multa) que despolitiza.
-Creando un simulacro de socialidad, de espacio público.
-Gestionando la vida y, especialmente, las formas de vida. De aquí que la vida aparezca en ella misma como un campo de batalla.El discurso del civismo despolitiza el malestar.
El discurso cívico es el discurso de la democracia. Por ello, criticar el civismo es criticar la democracia. Desmontar el discurso del civismo es desmantelar una pieza central de esta sociedad/../El civismo no es ni nuevo ni inteligente; es del franquismo. El civismo se pone en práctica cuando la adhesión de la gente con el poder es muy grande/../ En Barcelona sólo se controlan a las putas, los pobres, los patinadores, los graffiteros, los ocupas, etc. No hay control sobre lo importante: la especulación inmobiliaria".
Pasados esos más de dos años se puede decir que la ordenanza cívica ha sido de gran utilidad al Poder, y lo sigue siendo, para despolitizar el espacio público,vaciarlo de resistencias y privatizarlo en suma. Los orínes siguen oliendo lo mismo pero la lucha por la libertad se ha reducido a la mínima expresíón. El miedo ha triunfado ante las penas y el sufrimiento de los que han osado rebelarse, víctimas de una vigilancia totalizante, de una "democracia" cada vez más autoritaria, aupada por los "medios" y jaleada por los gritos de esa gran mayoría, el Partido de los Vecinos Cívicos.

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